
Cómo era saltar en paracaídas hace 100 años
Hay experiencias que, sin importar la época, se pueden considerar extremas y arriesgadas, aunque también fascinantes. Un ejemplo es el salto en paracaídas que llegó a México hace más de cien años.
A inicios de los años 20, la aviación recién comenzaba a ganar una buena reputación como forma segura de viajar. Incluso así, existía el temor de tripular un avión que fallara en pleno vuelo, por lo que un primer punto a favor del auge del paracaídas era su función de salvar vidas en caso de emergencia.
Las más antiguas páginas de EL UNIVERSAL que tocaron el tema del paracaidismo son de inicios de los años 20. Se trataba de todo un fenómeno social, ya que al mismo tiempo que buena parte de la población aún pensaba dos veces la idea de volar en avión, surgió una propuesta aún más intrépida: saltar de las aeronaves.
No está de más mencionar que el paracaídas no era una novedad como tal. Los expertos mencionan que incluso el inventor del siglo XV, Leonardo Da Vinci, ya barajaba este aparato, aunque con un diseño en forma de pirámide.
En tiempos menos lejanos, una nota de 1921 en este diario mencionó que también los aventureros de los globos aerostáticos (a inicios del siglo XIX) “se valían de un enorme parasol para bajar sin riesgo a tierra”.